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Víctor del Árbol: “La cultura cuando es pública te transmite valores que transforman tu vida y la de la comunidad”

Cultura y ocio |

El escritor barcelonés (Premio Nadal de Novela 2016 o Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia 2018) ha presentado en Otoño Literario su última novela ‘El tiempo de las fieras’ que ya va por su tercera edición. “El fundamento del arte es el dolor, la imposibilidad, aquello que nos falta, si fuéramos felices no existiría el arte”

Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) sabe lo que es visitar La Rinconada y La Rinconada lo quiere a él. Tercera vez que visita el municipio, lo hizo en 2021 para presentar su novela ‘El hijo del padre’ y, al año siguiente, volvió para ser pregonero de Estación de las Letras, donde transmitió su amor por la lectura y la creación a jóvenes estudiantes.

Ha regresado, y lo ha hecho con su último trabajo ‘El tiempo de las fieras’, a Otoño Literario, en el marco del Día Mundial de las Bibliotecas (24 de octubre) porque, como ha señalado la I Teniente de Alcalde y delegada de Cultura, Raquel Vega, en la presentación de este encuentro literario, “Víctor del Árbol tiene una gran historia de amor con las bibliotecas”. Así, en su intervención, Vega ha subrayado que “en La Rinconada te consideramos nuestro Caballero de las Letras y las Artes. Por la firme defensa de los libros y especialmente de las bibliotecas públicas. También porque la palabra rendición tiene escasa cabida en tu filosofía y obra narrativa”. Y es que el autor de ‘La víspera de casi todo’ con el que obtuvo el Nadal, tuvo una infancia en medio de la extrema pobreza, en el barrio de Torre Baró, en la periferia de Barcelona, y fue en la biblioteca improvisada del barrio donde “aprendió a vivir y donde surgió su pasión por los libros. Encontró un hogar de seguridad. El silencioso aprendizaje de la lectura. Víctor inició su ‘Iliada’ infantil y su periplo por viajes de éxitos y fracasos”, ha referido la responsable de Cultura. Y ha continuado definiendo al escritor como “explorador de lo trascendente y del humanismo; defensor de la bondad, la ética y lo auténtico; soñador y muy de Sabina; un hombre con personalidad que apela a la búsqueda del talento, a que la vocación se imponga a la obligación y a que la autenticidad y la verdad ganen la batalla”.

Tras la intervención de Vega ha dado inicio la tertulia literaria entre Del Árbol y el escritor y filólogo Antonio Puente Mayor. Un acto especial que se ha celebrado sobre las tablas del teatro de La Villa, en un ambiente íntimo en torno al autor de  ‘El peso de los muertos’ (Premio Tiflos de Novela 2006), ‘El abismo de los sueños’ (finalista del XIII Premio Fernando Lara 2008), ‘La tristeza del samurái’ (Prix du Polar Européen 2012), ‘Respirar por la herida’ (finalista en el Festival de Beaune 2014 a la mejor novela extranjera), ‘Un millón de gotas’ (ganadora en 2015 del Grand Prix de Littérature Policière), ‘La víspera de casi todo’ (Premio Nadal de Novela 2016), ‘Por encima de la lluvia’ (Premio Valencia Negra 2017), ‘Antes de los años terribles’ (2019),  ‘El hijo del padre’ (2021), ‘Nadie en esta tierra’ (2023) y ‘El tiempo de las fieras’ (2024).

Un encuentro que ha comenzado al destacar Puente Mayor que Víctor del Árbol comparte el ser Caballero de la Orden de las Artes y las Letras con autores como Borges, Vargas Llosa, Donoso, Sábato… “No soy muy admirador de los premios y premiados, porque es muy subjetivo y depende de quién los da y quien los recibe. Pero, en este caso, sí me emocionó, porque tiene que ver con mis orígenes, me recuerda por qué empecé a escribir: creo que lo imposible es posible. Esto tiene que ver con el esfuerzo, la voluntad, la perseverancia”. Una medalla que tiene junto al Nadal, en un lugar discreto, junto a libros que han marcado su vida. “Cada vez que lo miro pienso que quién me iba a decir que siendo hijo de Torre Baró iba a conseguirlo. Simboliza todo el significado que he decidido darle a mi vida como escritor”.

Ha recordado el autor su infancia en ese barrio de la periferia de Barcelona, donde no había alcantarillado, ni alumbrado, ni carreteras... “Yo creo que Torre Baró era como lo que el escritor Paco Candel denominó: allí donde la ciudad pierde su nombre”.

Un Víctor que bajaba al colegio a oscuras por unas escaleras que, tras muchas reivindicaciones, consiguieron que se construyeran. Sin embargo, “yo no me sentí pobre, porque a nosotros nos enseñaron desde pequeños una cosa muy importante que he trasladado a mis personajes y es que a mí me tenéis que derrotar porque yo no me voy a rendir”.

También, un hombre que cree en lo público y en el poder transformador de la escritura, en sacar ese talento oculto por las pátinas de la pobreza y la falta de oportunidades. “Las circunstancias no son determinantes de tu destino y eso lo aprendí de lo público. Yo no soy un escritor ideológico, soy humanista y la cultura pública es transformadora y cambia la vida de las personas. Disciplina, rigor, voluntad y perseverancia, eso es lo que hay que transmitir frente a las contraculturas”.

Todo esto, ha destacado que lo aprendió en la biblioteca del barrio, que era un barracón que funcionaba con libros donados. “Aprendí allí que la cultura cuando es pública te transmite valores que transforman tu vida y la de la comunidad. Ahora vivimos en un tiempo de las fieras, donde los valores se han subvertido, donde los ciudadanos tienen que reclamar lo que es evidente y te encuentras a gente que justifica el statu quo porque hay un conflicto de intereses. Ese conflicto nunca puede resultar a favor del poder y eso es la novela ‘El tiempo de las fieras’, un ejercicio de rebeldía”.

Ha recordado al sacerdote Pera que ayudaba a la gente de su barrio, una persona formada que lo introdujo en el mundo de la cultura desde la militancia, que lo llevó a conocer la teoría de la liberación, que lo metió en movimientos sociales y “que me hizo entender lo que es un héroe. Con 14 años yo quería emularlo y fui 5 años a un seminario porque quería ser un sacerdote como él”. Sin embargo, el amor se cruzó en su camino y luego fue mosso de esquadra, trabajo que dejó finalmente hace unos 15 años para dedicarse por completo a la literatura. Experiencias todas que lo han convertido en el escritor de talento que es hoy.

‘El tiempo de las fieras’, da inicio con una cita del poeta William Blake: “La crueldad tiene corazón humano / y la envidia humano rostro. / El terror reviste divina forma humana / y el secreto viste ropas humanas”. Unas estrofas que definen a la perfección lo que quiere mostrar en esta novela. “Es esa visión de lo trágico y bello al mismo tiempo. ¿Por qué construimos nuestros propios infiernos? ¿Por qué elegimos la infelicidad? Está en el ADN del ser humano. Siempre somos mejores en el relato que en la vida y eso Blake lo ejemplifica perfectamente”. Y ha afirmado que “el fundamento del arte es el dolor, la imposibilidad, aquello que nos falta, si fuéramos felices no existiría el arte porque sólo prestamos atención a aquello que nos duele”.

Una novela que transita desde Lanzarote, lugar al que el escritor llegó en 1988 y supo que ese sitio era para él, pero también por Venezuela, México, Barcelona, los Balcanes… y que tiene como germen el documental ‘Sarajevo Safari’ dirigido por Miran Zupanič, que explora los oscuros eventos durante el asedio de Sarajevo.

“Cuando buscaba un tema un amigo historiador me habló de este documental, lo vi y decidí que fuera el eje nuclear de la novela. Ese documental es muy honesto, porque su director afirma que es verdad lo que cuenta, aunque no haya encontrado las pruebas. Yo uso el paraguas de la ficción, poco importa si pasó o no, lo importante es que es plausible que pasara y yo lo plasmo. Los recursos son ilimitados en la ficción y no me debo a las pruebas, sino a las intuiciones como creador”.

Contrario a la pornografía de la violencia, ha subrayado que escribe con mucho respeto y ternura porque “soy muy consciente de que cuando alguien me lea tal vez encuentre personas que han sufrido eso de verdad. Hago ficción, pero sí hay realidad en mis personajes”.

Personajes como Soria, que ya apareció en ‘Nadie en esta tierra’, “una especie de Sancho Panza, con mucho sentido del humor, desde la ironía, porque es muy inteligente”. O Virginia, también de la novela anterior; Vesna que “nos enseña cuan vulnerables somos”. Y es que los personajes femeninos de esta novela “luchan por ser desesperadamente”.

Personajes muy trabajados por el autor, que realiza previamente un cuaderno de cada uno. “Solo pueden funcionar si los conviertes en una persona real. El escritor se convierte en biógrafo, y hago sus biografías, los conozco a fondo, me resultan familiares y eso el lector lo nota”.

Una novela rápida que muestra la evolución del estilo de Del Árbol. “Estoy en un momento en el que me interesa explorar la sencillez del discurso. Vivimos en un tiempo que no da espacio para la pausa y pretendo trasladar esa realidad al lector, como un bisturí preciso, que era lo que hacía Delibes, explicar todo un mundo en unas cuantas frases”.

Un thriller fascinante sobre el mundo de las altas finanzas, una novela feroz sobre la brutalidad de la lucha por el poder en la actualidad.

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