En el Olímpico de Berlín la inferioridad española en las gradas era notable. Podríamos decir que inversamente proporcional a lo visto en el césped del coliseo alemán. Allí España e Inglaterra dirimían la final de la Eurocopa y, a 2.781 kilómetros de la capital germana, en La Rinconada, en el Recinto Multifuncional ‘El Abrazo’, alrededor de 3.000 personas, en muchos casos jóvenes, pero también familias enteras con hijos y algunos (pocos) infiltrados aficionados ingleses, disfrutaron del partido en una espectacular pantalla gigante y celebraron –los pocos ingleses no, obviamente- la victoria final de los de Luis de la Fuente.

Desde las siete de la tarde ya había multitud de sillas colocadas y empezaban a llegar los aficionados más tempraneros. No obstante, fue a partir de las 20:00 horas, con la animación de un dj que empezó a calentar el ambiente, cuando empezó a llenarse el recinto de aficionados perfectamente ataviados con camisetas, banderas, bufandas y mucha pintura amarilla y roja. Una barra se encargaba de surtir de bebida y comida a los asistentes, aunque muchos llevaban sus propias neveras, bien pertrechadas para que no faltara un perejil durante el partido. Incluso sillas de playa o de jardín llevaban algunos aficionados para mayor comodidad a la hora de disfrutar del partido. Camisetas del Betis, del Sevilla, del Real Madrid, del Barcelona… hasta del Athletic de Bilbao, pero, sobre todo, de España. Todo valía para animar a la selección.

Comenzaba el encuentro y la emoción rebosaba en ‘El Abrazo’… había quien se levantaba, quien movía la cabeza queriendo dar eses impulso necesario para que en Alemania se rematara la faena. La primera parte fue reñida, con cada selección asumiendo el papel esperado. España llevando la iniciativa e Inglaterra tratando de sorprender a la contra con balones a la espalda de la defensa. La gente se iba agolpando alrededor de las sillas y hasta había quien tapaba la visión a los que estaban sentados, con las correspondientes riñas, aunque todo en un ambiente muy distendido y de mucha unión, puesto que los intereses del 99 por ciento de los presentes eran los mismos.

En el inicio de la segunda parte, los aficionados vivieron con preocupación la lesión de Rodri, que no pudo saltar al césped en la segunda mitad. La baja no era baladí, cuando al término del Campeonato lo agasajaron con el MVP del torneo. Pero la preocupación tardó dos minutos en olvidarse. Justo el tiempo que tardaron en activarse los Zipi y Zape de la selección. Lamine asistió a Nico y Williams batió a Pickford entrando desde el segundo palo. Alegría en el Olímpico de Berlín y en ‘El Abrazo’, que hacía honor a su nombre con muestras de afecto entre gente que, en algunos casos, ni siquiera se conocía previamente.

Tras el 1-0, Inglaterra dio un paso al frente –no le quedaba otra- y España cedió un poco de terreno, pero sin sufrir. Bellingham tuvo un disparo que se fue fuera, pero los acercamientos ingleses brillaban por su ausencia. No obstante, en el minuto 73, Palmer empató el partido. Inglaterra ganó la espalda a España por la derecha, el balón fue a Bellingham dentro del área que la dejó atrás para que el jugador del Chelsea sacara un remate ajustado al palo derecho de Unai Simón que, aunque se estiró al máximo, no pudo alcanzar la pelota. Palmer, el mismo que anotaba el gol de falta que el año pasado nos privaba de la Eurocopa Sub 21, devolvía las tablas a un partido, casi en la primera ocasión que tenían los de Southgate.

Y tras el empate, España acusó el golpe, como le pasara tras el gol de Wirtz en los Cuartos de Final ante Alemania, y los británicos, espoleados por el tanto, se acercaron a la meta de Unai Simón, aunque fue más la sensación que las ocasiones, que no hubo ninguna clara.

Poco a poco, con el paso de los minutos, los ingleses empezaron a valorar el empate y la prórroga, mientras que España se recuperó del mazazo del 1-1 y empezó de nuevo a mirar la meta de Pickford.

En el 87, una arrancada de Cucurella por la izquierda le permitió meter el pase a Oyarzábal, que entraba al área anticipándose a Guéhi y batía a Pickford. Hubo que esperar unos minutos por la duda de si existía fuera de juego, pero ni el francés François Letexier, ni Jérome Brisard, al frente del VAR, estimaron nada punible. Luego la tecnología enseñó a los asistentes a ‘El Abrazo’ que la rodilla de Stones habilitaba la posición del futbolista de la Real Sociedad.

En el 89, justo antes de que se indicaran los cuatro minutos que el partido tuvo de alargue, llegó la más clara para los Three Lions. Otra vez Palmer servía con un guante desde la esquina. En el segundo palo entraba Declan Ricer para rematar de cabeza. Unai Simón despejaba como buenamente podía y el rechace, en el área chica, le caía a Guéhi que remataba a placer con el arquero batido, pero, bajo palo, emergía como un gigante, la cabeza de Dani Olmo que, en esta ocasión no marcó, pero sí salvó a España, que ya no tuvo mayores problemas para conservar la victoria y celebrar su cuarto campeonato europeo.

Tras el final, ‘El Abrazo’ volvió a hacer honor a su nombre, la fiesta comenzó y se prolongó hasta altas horas de la madrugada porque no todos los días se gana la cuarta Eurocopa de la historia, la que confirma a nuestro país como el que más títulos tiene. Pero, por encima de eso, la selección ha vuelto a ilusionar y a unir a un país entero, desde la diversidad, desde el compromiso y desde el trabajo duro.

Decía Valdano que el fútbol es “lo más importante de las cosas que no son importantes”. Ese ratito de alegría nos los llevamos todos lo que nos reunimos en ‘El Abrazo’ y todos los españoles enclavados en cualquier parte del mundo.