El escritor, Premio Nacional de Literatura Juvenil 2016 y Premio Nadal 2018, ha presentado en Otoño Literario su última novela ‘El día que mi hermana quiso volar’ (Nube de Tinta) que se adentra en las reflexiones que giran en torno al suicidio infantil
Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) es licenciado en Filología Inglesa y máster en poética por el New College de San Francisco. Ha compaginado el periodismo con la traducción de importantes autores y con la poesía (‘Quiero’ y ‘Una flor’). Entre otras, ha publicado las novelas ‘El alma del mundo’, ‘Agua cerrada’ y ‘El tiempo que nos une’. En 2016 recibió el Premio Nacional de Literatura Juvenil por ‘Un hijo’, cuya secuela, ‘Un secreto’, se publicó en 2019. La exitosa trilogía ‘Una madre’, ‘Un perro’ y ‘Un amor’ (Premio Nadal 2018) retrata a una familia que ha enamorado a miles de lectores. Su obra ha sido llevada al cine y al teatro y se ha traducido a más de veinte lenguas.
Ha aterrizado en Otoño Literario con su último trabajo, ‘El día que mi hermana quiso volar’, una novela donde el autor vuelve al universo juvenil con la historia de un mellizo, Elio, que pierde a su hermana, Eva. Un encuentro literario que se ha celebrado en el Centro de Artes Escénicas y Visuales de La Rinconada y que ha estado conducido por el escritor Fernando Repiso.
La delegada de Cultura, Raquel Vega, ha dado la bienvenida a ambos autores y al público a “una nueva cita con las letras y la creación. Una cita que nos permite conocer a escritores que conectan con lo que aquí hacemos, una siembra cultural. La figura de Alejandro Palomas nos parece relevante por su trayectoria, que tiene en diferentes materias como poeta, escritor, traductor, actor… una persona que ha podido aproximarse muy de cerca al universo de la infancia y la adolescencia, denunciando y también de la mano de la cultura sanando. Una persona que está haciendo un trabajo maravilloso a través de las letras, de la Cultura en mayúsculas, y que debe sentirse querido y admirado en La Rinconada”.
‘El día que mi hermana quiso volar’ da inicio con la frase: “Cuando hay dos mellizos y uno muere, ¿el otro sigue siendo un mellizo o se llama de otra manera?”. “¿De qué va la novela?” ha preguntado Repiso al escritor barcelonés.
“Va de la primera pregunta, lo que pregunta Elio. ¿Qué somos cuando dejamos de ser lo que hemos sido?, ¿qué somos cuando cerramos una etapa? Siempre nos vemos como gente que pierde cosas. Cuando eres víctima de abusos sexuales en la infancia, como mi caso, te disocias y construyes a otro niño que va contigo siempre, yo soy dos, Alejandro A y Alejandro B, que después de tantos años de terapia dialogan muy bien. Escribiendo esto me di cuenta de que yo había tenido un gemelo”, ha expresado Palomas. Y ha continuado ahondando en Elio y en sus silencios. “La importancia del silencio en un niño, que es donde más expresa. No sabemos mirar, es horrible. Yo me dedico a eso, a mirar el resto del mundo todo el rato, quiero saber y ésta es una novela sobre el querer saber. Aquí, hay un niño que decide callar porque vive la tragedia de la muerte de su hermana y, ante las puertas que se le abren a un adolescente, él decide no hacer nada y eso es muy maduro. Elio es el más maduro de todas las personas que aparecen”.
A la hora de catalogar la novela para público juvenil o adulto, el escritor ha referido que “aquí hay un casamiento de muchos factores no siempre destinados a casar. Mi obra es así. Esta novela no es para un niño de 10 años, ahora bien, está destinada a un público crossover, de los 14 hasta el fin y cada uno hace una lectura distinta. Tiene dos niveles de lectura, una adolescente, que es una lectura thriller que quieren saber que pasa con este niño y luego una adulta, para padres, madres, orientadores y psicólogos”.
Un trabajo en el que el autor ha afirmado que fue difícil escribir, meterse en la piel del adolescente Elio, expresarse como él. “Me ha costado ser un niño de 13 o 14 años y Ser. Tengo que pensar y ser consciente de que cuando sudo huelo a adolescente, cómo me muevo, cómo miro… y luego hablar y no terminar nunca las frases. He sufrido mucho escribiendo”.
La novela está escrita en primera persona a través de tres voces: la de Elio, la de su madre Mónica y la del psicólogo Mateo.
“Escribo con los ojos cerrados, porque tengo que estar con los personajes todo el rato, para estar en esa casa tengo que ver. Tengo que ser oscuridad absoluta y hay thriller porque soy como un sabueso, ¿qué pasa aquí?, ocurren muchas cosas y espacios temporales varios porque todo el mundo está haciendo algo”.
También aparece la hermana muerta, Eva, una adolescente con altas capacidades. “Es difícil trabajar con una protagonista ausente, a mí me facilitó que tuviera altas capacidades, como yo cuando era niño, era muy fácil, sé lo que es no tener tolerancia a la frustración. Eva no sabe lo que es el fallo. Son niños más avocados al drama y a la somatización. Para mí cualquier error era drama”.
Además, está Nando, el padre. “Es un modelo de padre reconocible, porque mi padre estaba, pero no, intento trabajar con esos modelos que conozco. Cuando un hijo muere las relaciones son muy distintas. Son equipos, cuando hay una tragedia y un miembro desaparece hay que rehacer esos equipos. En ese caso la relación es padre e hija y se queda huérfano el padre, no sabe qué voz tiene, ni cómo penar, es torpe a la hora de penar, es un hombre que quiere respuestas, quiere datos sobre esta pérdida y usa el cerebro, no el plexo y no ayuda eso, no coopera. Es el que peor lleva el duelo y se siente estafado porque todas sus expectativas con esta niña no están”.
Llega además Alejandro Palomas con un trabajo más depurado gramatical y sintácticamente. “Las anteriores tienen un lirismo que ya me cansa. He envidiado a esos autores que hacen novelas de 120 páginas y transmiten tanto, yo quiero llegar a eso”.
También ha expresado por qué escribe: “Escribo porque es el único lugar en el que me siento libre. Todo puede pasar y está bien que pase y yo no tengo responsabilidad. Cuando escribo y lo vivo dentro, estoy en un lugar en el que puedo volar, floto, por eso escribo tanto, porque si no me moriría, no habría llegado a esta edad, me parece muy angustiante todo”.
‘Dicen las madres’ en el Antonio Gala
También ha estado Alejandro Palomas en la programación de los Centros Culturales de La Rinconada. En concreto en el Antonio Gala con su monólogo ‘Dicen las madres’. Espectáculo del que también ha hablado en este encuentro literario, el día previo a su puesta en escena.
“El monólogo que tengo habla de la orfandad. Desde que murió mi madre pienso que en el estado civil debería poner soltero, casado y huérfano. Pero también es tan enriquecedora la orfandad y divertida, porque perder una madre es horrible, pero también la mirada de una madre encima de ti es muy pesada muchas veces, y cuando se va ya no haces las cosas pensando que diría mi madre si me viera, con lo cual empiezas a quitarte filtros y empiezas a ser un poco más tú, eres un banco de pruebas. Sufro sin mi madre todas las horas porque era la mitad de mi vida, pero tiene su parte divertida”.
Un espectáculo en la que su autor e intérprete improvisa todo el tiempo. “Llego allí y no sé qué voy a decir, me siento y empiezo a hablar y cambia totalmente. Es guay, no hay método, está vivo el espectáculo. Depende de mi estado de ánimo, lo que estoy viviendo…”.