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Patricia González: “Conocer la historia y partes que no se han contado nos tiene que servir para desnaturalizar cosas que hacemos, asumimos o pensamos”

Cultura y ocio |

Esta historiadora ha presentado en Estación de las Letras, dentro de Espacio Violeta, su ensayo ‘Soror. Mujeres en Roma’, una muestra de que las mujeres romanas también son parte de la historia y que esa historia debe ser contada. Algunas de esas mujeres pasaron a la historia, como ocurrió con algunas de la familia imperial, pero la gran mayoría se quedaron en los márgenes, a pesar de que ellas mismas estaban siendo también parte de la historia vivida

Como norma general, hablar del imperio romano es hablar de sus hombres y, si alguna vez se hace referencia a mujeres protagonistas de la historia, éstas suelen responder a arquetipos de maldad, frivolidad o lascivia. La historiadora Patricia González Gutiérrez ha decidido dar voz a las mujeres romanas silenciadas y ha escrito el ensayo ‘Soror. Mujeres en Roma’. Licenciada en Historia por la UCM, donde también se doctoró, con una tesis sobre el control de la natalidad y del cuerpo femenino en Roma. Ha realizado dos másteres, uno en Historia y Ciencias de la Antigüedad por la UAM y uno en Estudios de Género por la Universidad de Sevilla. Ha sido becaria de investigación en la UCM y profesora de un programa senior en la UNED, además de dar clase en instituciones privadas como el Centro Elba y el CECOLE. En su carrera investigadora ha dado conferencias y ha publicado artículos sobre varios temas, como la mujer en el cristianismo primitivo, la corporalidad femenina en el mundo clásico, la educación femenina en Roma o sobre el tratamiento historiográfico de los personajes históricos femeninos. 

La Hacienda Santa Cruz ha acogido el encuentro de esta autora con alumnado de los institutos locales, en un acto que ha estado conducido por la periodista María José Jiménez Flor y que también ha contado con la presencia del delegado de Educación, Antonio Marín. La presentadora del acto ha explicado que Espacio Violeta invita a autoras que enfocan sus trabajos desde una perspectiva de género, con una trayectoria profesional con la que pretenden visibilizar y denunciar lo no contado o manipulado. Con respecto a la obra presentada ‘Soror. Mujeres en Roma’ ha destacado que “es una oportunidad de darle un giro de 180 grados a la historia, porque cuando a las mujeres no se las visibiliza en el discurso en torno a la historia o lo que acontece, se pierde la información, por eso es importante lo que hace Patricia, para darle visibilidad desde el punto de vista de las mujeres”.

La historiadora ha explicado que a lo largo de los años la historia ha sido estudiada y vista como un proceso lineal, una línea continua de batallas, reyes, de inventos, arte… todo ello hecho únicamente por hombres. Ha puesto de ejemplo el efecto Matilda,  un prejuicio en contra de reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye a sus amigos de género masculino.

“La realidad no es eso, esto es un sesgo”, de hecho “reciente estudios sobre las pinturas rupestres las atribuyen a mujeres y jóvenes adolescentes y no a hombres”. Llegado a este punto la autora de ‘Soror’ ha definido la historia como “el conocimiento de las sociedades, cuando miramos al pasado vemos distintas perspectivas de esas sociedades”, de ahí la importancia de trabajas como el suyo. También Patricia González se ha referido a la tendencia a romantizar la historia, sobre todo de la antigua Roma, cuando la realidad era que había altos índices de mortalidad infantil y maternal, poca esperanza de vida…

Para González, que ha participado en la serie de Movistar ‘El corazón del Imperio’ como asesora histórica, la publicación de este libro es una oportunidad para cambiar la mirada y  los estereotipos que nos han dejado sobre las mujeres en Roma.

Así ha explicado que tanto en Roma como en Grecia se tenía el concepto de que existía un solo cuerpo, el del hombre blanco de clase media y se afirmaba que las mujeres estaban a medio cocer, porque no se habían logrado calentar suficientemente en el vientre materno y por tanto eran defectuosas. “De hecho pensaban que el útero era un animalillo que se enfadaba y mordisqueaba cosas y de ahí viene el concepto de histeria. Como las mujeres no estábamos muy bien cocidas, no cocíamos todo bien y de ahí la regla, para soltar los desechos. Decían que se empañaba el espejo si te mirabas en él con la menstruación, el mosto se avinagraba si lo tocaban, las colmenas morían y el bronce toma un desagradable olor…”.

Otro dato interesante que ha explicado ha sido que las mujeres romanas no tenían nombre. “Los romanos tenían nombre propio, nombre familiar y una especie de apodo que les identificaba. Las mujeres nunca llegaron a tener esa primera parte porque su valor no era como individuo, sino como parte de una familia y una comunidad. Cuando intentaron entrar más en el ámbito público, tuvieron más agencia, más actuación política, sí que necesitaban ser identificadas y por eso adquirieron esa segunda parte. Pero todas las hermanas se llamaban igual, y se llamaban igual que sus tías, todas las Julias de la familia Julia eran Julia, aunque luego les pusieran un apodo”. Este “medio cocer” de las mujeres implicaba que también se las considerase inferiores en el resto de asuntos, sin embargo, no todas las mujeres eran matronas domésticas. “Había mujeres trabajando en el espacio público, escritoras, poetas, músicas, médicas, terratenientes, herreras, copistas, armeras, incluso una recaudadora de impuestos, bibliotecarias…” y se ha referido a las médicas como Antiochis de Tlos, Sperata, Naevia Clara, Julia Saturnina o Emilia Hilaria. 

Y es que para la autora: “Conocer la sociedad del pasado y cómo la hemos leído nos ayuda a entender y comprender nuestra sociedad. Conocer la historia y partes que no se han contado nos tiene que servir para desnaturalizar cosas que hacemos, asumimos o pensamos”.  Y ha reflexionado acerca de la tendencia a pensar que la historia de las mujeres es solo de mujeres, mientras que la historia de los hombres es algo común.
Patricia González también ha tratado el tema de la masculinidad en Roma, muy agresiva y basada en la jerarquía social, también de la sexualidad en todas sus facetas y ha afirmado que “somos herederos de Roma”. “Las mujeres eran depositarias del honor familiar. Por eso es importante conocer Roma, porque somos romanos sublimados y hay muchas cosas que no nos planteamos y que proceden de ahí”. Y ha puesto de ejemplo que si un romano encontraba a su mujer en flagrante adulterio podía matarla a ella y a su amante y ha señalado que, en España, por ejemplo, era delito el adulterio hasta 1968.

Para finalizar, el público ha entablado un diálogo con la autora y ésta ha finalizado subrayando la necesidad de romper con las dinámicas sociales y con esa masculinidad heredada y esas normas de género para ver realmente la historia de todo el mundo.

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