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Servicio de Atención a la Ciudadanía

Ciudad

Historia de La Rinconada

La crisis y sus dos varas para medir

15/11/2008

Manuel Alfonso Rincón

Ya ven ustedes, estamos en crisis, y de crisis ¡imagínense la cantidad de temas, artículos, ocurrencias y sucedidos que les puedo contar de nuestra Historia! Si, como les decía en el anterior Toma Nota cuando en el barrio pedimos la amnistía, recién muerto Franco, porque él estaba en la cárcel, allí les decía: pregunten, pregúntenle a todos los ancianos que conozcan de nuestro pueblo, de Granada, Portugal o Francia o de donde sea cuántas chabolas o barracones ha habido siempre en todas las sociedades.

Pero las crisis no afectan a todos por igual por lo que de momento hoy les voy a contar cómo en los 30 la crisis del 29, tan parecida a la nuestra, afectó a nuestro pueblo digamos que mitad y mitad, tal como a nosotros ahora.

Recordarán que en el número de mayo les contaba que el ambiente había cambiado muchísimo con sólo la llegada de la República, que había un sin vivir, unas ganas de aprender, una ilusión por progresar en lo personal porque por primera vez aquello era posible, y les contaba cómo se había fundado un Centro Cultural Recreativo y el culto médico y presidente honorario de él, Don Juan Muñoz Domínguez, dio una interesante conferencia sobre Higiene rural.

Pues sucedió un día, unos meses antes, cuando la crisis en medio de la República arreciaba porque el crack del 29 nos estaba alcanzando de lleno, sucedió en aquellos días que se dieron a la vez las escenas que representaban en nuestro municipio las dos caras de la sociedad y con las extremosidades propias de los años 30, y es que una noche muchos de los hambrientos de nuestros vecinos se enteraron de que había un tren cargado de productos alimenticios parado en las vías junto a la estación y, proveyéndose de las correspondientes pistolas en el local de la CNT, se fueron sigilosamente hacia allí para aliviarlo un poquito de su pesada carga.

Mas sucedió que el empleado José María Pereyra vio las sombras entre los vagones, avisó a otros compañeros de la MZA que estaban de guardia con él en los alrededores y llamó por teléfono a la guardia civil que se personó allí al instante.

La lucha fue interesante y el guardafrenos Ernesto Díaz Gracia recibió un buen culatazo de revólver, y otro empleado que alcanzó a los cenetistas vio su cara cruzada por un par de bofetadas bien dadas, y ya llegaba a todo correr la guardia civil con sus tiros y ya los hambrientos huían por el campo respondiendo también con sus pistolas.

Y a la vez, unas calles más acá se estaba fundando el Centro Cultural Recreativo de la conferencia que les dije más arriba, inauguración que se realizó con un sustancioso lunch (sic) al que acudieron las autoridades con toda pompa y solemnidad.

Hicieron uso de la palabra el presidente del Centro don Francisco Martínez Velasco, que hizo la presentación de dichas autoridades; habló entonces el Alcalde y lo hizo después el Secretario, dándose unánimes 'Vivas' cuando éste al final dijo aquello de 'este local del Centro Cultural Recreativo¡queda inaugurado!'

A renglón seguido comenzó un gran baile al que concurrieron muchas simpáticas señoritas, siendo amenizado dicho baile por el cuarteto sevillano Aranda.

Fue abierto el baile por el digno Secretario con la Srta. Izquierdo, agregándose a continuación numerosas parejas.

Hasta la madrugada se vio concurridísimo el hermoso salón del Centro Cultural, más o menos, como comprenderán, la hora en que los más afectados por la crisis seguían huyendo por los campos tras haber intentado menguar, al estilo de los años 30, el hambre de sus familias con el contenido de unos vagones que no eran suyos. Porque las sociedades son así, son como personas o animales vivos: puede dolerte una pierna y no dolerte otra, puedes oír por un oído y tener el otro muerto, unos grupos sociales están un poquito mejor y otros un poquito peor: nuestra esperanza está en que suceda como cuando, con la República o como ahora, se intenta que no nos duela nada, o sea, que el reparto sea más justo, pero en el momento de llegar la crisis.

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