15/09/2008
Manuel Alfonso Rincón
Nos quedamos en el Toma-Nota de julio en que hubo una Revolución Gloriosa en septiembre de 1868 que estalló en Cádiz y que -como todas, si no, no hubiera triunfado- al instante fue apoyada por media España -Entonces, ya, gracias al telégrafo- y que uno de sus dirigentes se presentó en el pueblo para que hiciéramos con toda libertad lo que con más ganas y más de justicia viéramos para beneficio de todos, y enseguida pensamos que lo mejor era repartirnos la Dehesa,y ya que teníamos esa oportunidad lo haríamos de la mejor manera posible cumpliendo los siguientes 'maravillosos' puntos:
1º. El Ayuntamiento, junto a igual número de vecinos de todas las clases sociales, mediría La Jarilla, por un lado, y por otro desde el Almonazar al Camino de Mairena y desde la Estación al Camino de Córdoba.
2º. Cada una de esas dos partes se dividiría en tantos lotes como fueran los vecinos útiles para el trabajo de forma que, por sorteo, a cada uno le tocara un lote en la parte mala y otro en la buena.
3º. Serían considerados con derecho al reparto los casados y viudos que vivieran continuamente en el pueblo, o sea nada de absentistas: ni ricos residentes en Sevilla ni funcionarios rinconeros colocaditos en la Diputación o Delegación de Hacienda, que ya los había.
4º. También los solteros que antes de 40 días se casaran, aunque si eran de fuera tenían que casarse con muchachas de aquí (pedazo de dilema: 'la horca' para siempre -me pongo en el punto de vista de 1868- porque ni la I República de 5 años más tarde se atrevió a plantear el divorcio, pero con tu tierrecita para ti y tus hijos).
5º. Incluso los extranjeros casados con hijas de la villa, siempre que renunciaran a su bandera (o sea, se nacionalizaran).
Como verán, todo un anhelo perfeccionista de hacer bien las cosas y de hacerlas de una vez y para siempre: hasta los extranjeros (con las guerras y la inquina que había entonces) y hasta los solteros 'forasteros' (con el peso que ha tenido esa palabra, durante siglos, en nuestros pueblos) podían conseguir su lote. A ustedes les sonará a un 'Bienvenido Mr. Marshall' hecho por nosotros mismos y podíamos responderles 'para eso deben hacerse las revoluciones: si no es para eso, casi deberían quedarse en casa'.
Y es que todo era perfecto, se cumplían totalmente los objetivos: todos desde entonces evitaban el hambre, que era muchísima entonces. Todos pasaban a ser propietarios, aunque fuera de un pequeño lote (evitando la posterior hambre de tierra: era la perfecta Reforma Agraria); al pasar a ser propiedad individual se evitaba el control de la Dehesa por el Ayuntamiento (que si el de aquellos momentos de la Revolución de 1868 era bueno, nadie sabía cómo iban a ser los siguientes con tantos cambios políticos) así como el control por el Gobierno que desde la 1ª desamortización de Mendizábal le tenía echado el ojo a esa nuestra Dehesa y cualquier día nos quedábamos sin ella, y véase cómo hasta usaban la lógica (algo absolutamente extraño en política y en las relaciones humanas) en que en el reparto sólo entraban las manos útiles, los que podían hacer aumentar la riqueza del pueblo de forma que, para colmo de perfección, a cada uno le tocaría un lote de la parte buena y otro de la mala.
Y respecto a la cuestión que nos hemos planteado ¿nacerá San José?: yo voy viendo que sí, que puede ser que sí, que el Barrio nazca de este hecho histórico, que ahora quizá cada uno, cada familia se pondrá a vivir en su parcelita con su casita y en las que estén más cerca del pueblo y junto a la Estación. Pues ahí nacerá el Barrio.
En la próxima quincena tendrán la respuesta.